La formación vivencial arropada por la pedagogía de la situación, por la expresión dramática y por el juego como instrumento de aprendizaje permiten a un alumno, a un profesional, vivir su propia experiencia formativa; desmitificar la obsesiva preocupación sólo por los contenidos para hacer emanar de la vivencia los factores que permitan desarrollar el programa de formación y, por tanto, lograr que todos los participantes, a escala personal y grupal, queden comprometidos en el proceso. Estos planteamientos tienden, cada vez más, a mejorar las capacidades y condiciones de las personas que, inevitablemente, deben replantearse su situación profesional y personal para seguir la revolución tecnológica y social en la que están inmersos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados