La diversidad en la empresa es un hecho. Las procedencias, funciones, inquietudes e intereses de las personas que forman parte de cada empresa son diferentes. Y es bueno que sea así. En ocasiones será más fácil resolver un problema si existen distintos puntos de vista. Al contrario, la uniformidad de pensamientos y actuaciones puede ser nociva para la organización, hasta el punto de arriesgar su viabilidad futura. Por tanto, es preciso implantar programas de gestión de la diversidad que sean capaces de aprovechar lo mejor de cada uno, armonizar sus intereses y lograr el lógico beneficio para la empresa. La gestión de la diversidad es un juego gana-gana. Ganan los empleados, ganan los trabajadores y directivos, los clientes, gana la comunidad y, por supuesto, también la empresa con colaboradores más creativos e implicados, con clientes más fidelizados y con una imagen positiva de empresa avanzada, respetuosa de las personas y del entorno que la acoge.
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