Gestionar el crecimiento y preparar la sucesión son dos de los principales problemas que tienen planteadas las empresas familiares. La mayoría son negocios nacidos a iniciativa de un emprendedor que, con el tiempo, se ve obligado a incorporar directivos profesionales que gestionen el éxito del negocio y, más adelante, a dejar la empresa en mano de sus sucesores. Una forma de solventar estos problemas es crear un Protocolo Familiar, que establezca las reglas del juego y que debe ser asumido y respetado por todos. La profesionalización de la gestión y de los órganos de decisión, como el propio Consejo de Administración, es otra alternativa.
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