Tanto en las organizaciones públicas como privadas, intentamos tomar decisiones basándonos en rigurosos criterios racionales, por ejemplo, mediante la comparación de costes y beneficios, utilizando modelos económicos, estudios de mercado, etc. Esta visión racional de la toma de decisiones podría hacernos pensar que, cuando surgen asuntos importantes que hay que discutir, los examinamos desde un punto de vista lógico y desapasionado. La experiencia personal del autor y la evidencia empírica no corroboran ese pensamiento. En el artículo pasa revista a las distintas formas de resolver los conflictos y concluye sobre las relaciones entre liderazgo y toma de decisiones. Para él una característica muy valorada del liderazgo, sobre todo en el mundo occidental, es la decisión con que se hacen las cosas. Se valora porque es eficiente: es un proceso rápido y que no consume recursos. Pero, puede no ser eficaz. Una decisión eficaz es una buena decisión. Sin embargo, la decisión será ineficaz cuando se tarde demasiado en tomarla o consuma demasiados recursos.
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