Carmen Collada Collada, P. Jiménez
La variación intraespecífica es un requisito para la evolución, al ofrecer la posibilidad de diferentes respuestas a las fuerzas selectivas. Es importante disponer de una estimación de la variabilidad de la especie. Con este fin se utilizan varios enfoques. Los caracteres fenotípicos resultan de fácil observación, pero están muy influenciados por el ambiente y su control genético es poco claro. Los marcadores moleculares permiten estudiar directamente el material genético, pero normalmente se trata de rasgos sin reflejo en el fenotipo. Se distinguen dos tipos de variación: la diversidad neutral, es decir, aquellos rasgos no determinados por fuerzas selectivas, y la variación adaptativa, constituida por los caracteres con valor adaptativo. La primera se estima principalmente mediante marcadores moleculares, existiendo diversas técnicas para estudiar tanto proteínas como el ADN. Se ofrece una revisión de los métodos más usados y de sus aplicaciones. El método clásico de estudio de la variación adaptativa son los ensayos de procedencia/progenies, en los que se analiza el grado de variabilidad y el porcentaje de ésta que corresponde a una variación genética. La base de estos estudios es ensayar distintos genotipos en un mismo ambiente con el fin de minimizar la variabilidad ambiental. El conocimiento de la diversidad es necesario para los programas de conservación. Es un componente de la biodiversidad que debe ser preservado, pero, además, es una herramienta de utilidad en muchos aspectos, especialmente para conocer los procesos que determinan la estructura genética de la especie considerada.
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