La sociedad bajomedieval gallega es básicamente diglósica, superponiéndose al gallego el latín y el castellano empleado por ciertas autoridades y grupos culturales y religiosos; a estas lenguas es preciso añadir en ciertas zonas y entornos el portugués (o, al menos, la variante del gallego-portugués empleada al sur del río Miño). Tomando como ejemplo el archivo de la catedral de Santiago donde se elaboraron y utilizaron escritos en todos estos idiomas, se estudia brevemente la posible relación entre la lengua documental y el tipo de escritura.
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