En primer lugar el autor recoge las diferentes acepciones del concepto control y como éstas han ido ganando peso de forma paralela a la propia evolución empresarial. Del control-verificación, a fin de detectar errores y fraudes se pasa, por la propia dinámica y complejidad organizacional al control-dominio al objeto de que las metas propuestas se alcancen eficientemente. De este modo se convierte en una función de la dirección que ha adquirido carta de naturaleza. Se añade una distinción entre el control como tarea de la dirección y los controles operativos que se hacen a pie de obra y que sirven de base al primero. Finalmente distingue dos tipos de controles: los voluntariamente implantados por la dirección y los impuestos por diferentes disposiciones legales
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