Con un tono irónico, incluso mordaz, el autor comenta las motivaciones que promueven el uso de la contabilidad creativa: modificación de la imagen que la empresa ofrece al exterior en sus cuentas anuales o modificación de la cifra de impuestos a pagar. Como muestra se analizan varios ejemplos como los activos adquiridos a título gratuito, las permutas y similares, las aportaciones no dinerarias, las subvenciones, las revalorizaciones, los falsos activos o el lease back. En todas ellas, preferentemente en tiempos pasados, previos a la actual coordinación entre el P. G. C. E. del 90 y la actual Ley del impuesto de sociedades, la diferencia entre criterios contables y fiscales ha permitido a las empresas obrar de forma ventajista. Aun hoy, alguno de esos problemas se mantiene
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