El autor analiza desde la perspectiva del género dos obras producidas en dos contextos de cultura oral con una diferencia mínima de 3.000 años: la Mesopotamia de alrededor del tercer milenio a. C. y la Alemania de alrededor del s. XII d. C. La construcción cultural de los valores de género masculinos y femeninos es de una notable continuidad, basada en los conceptos del poder y la superioridad masculina y de la sumisión e inferioridad femenina. Las elaboraciones simbólicas de esta realidad tienden a jugar con la aparición de personajes femeninos poderosos - diosas o mujeres con poder - que, como tales, resultan peligrosos y disruptivos. No es casual que el núcleo de ambas historias esté formado por la fabulación de los mortales conflictos provocados por ellas. Estos dos análisis se corresponden con lo encontrado en otras culturas, por ejemplo la mitología griega o historias bíblicas nucleares como la de Sansón.
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