Los años que vieron gestarse y nacer al Ministerio de Fomento, allá por 1851, marcaron un antes y un después en la evolución de los puertos españoles. La promulgación de algunas de las leyes más importantes de la historia para estas infraestructuras; el paso de la navegación de vela a vapor; el incremento espectacular del comercio marítimo y del volumen de mercancías; el aumento de las capacidades de los barcos y el empleo de nuevos materiales para la construcción definen, entre otros factores, un periodo que ha desembocado en el moderno y puntero sistema portuario.
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