La tumba de los Santos Mártires Emeterio y Celedonio en Calahorra debió ser profanada piadosamente en el siglo VIII, con motivo de la conquista musulmana de Hispania. Algunos devotos llevaron hasta Santander los cráneos procedentes de aquella tumba con el fin de ponerlos a salvo. Sobre el lugar donde fueron depositados, se alzó un monasterio, luego abadía, en honor de los mártires, que con el tiempo se convertiría en la Catedral de Santander
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