La afirmación de que los jóvenes no muestran interés por las cuestiones políticas y carecen de compromiso con los asuntos colectivos se ha convertido en un tema recurrente que no se corresponde con la realidad. Las movilizaciones contra la guerra de Iraq, la solidaridad demostrada en el desastre del Prestige o las movilizaciones de protesta contra el terrorismo son ejemplos de todo lo contrario. Lo que sucede es que los jóvenes rechazan una determinada manera de hacer política que dificulta su participación.
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