China es parte concernida en la crisis iraní como comprador e inversor de primera línea en el sector energético que desarrolla Teherán y como miembro permanente de un Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que podría verse sobrepasado nuevamente, como en Irak, por los actores de un conflicto todavía más profundo. En las últimas semanas la crisis se ahonda y Pekín sigue en su postura conciliatoria envuelta en pragmatismo.
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