A partir de la Ilustración y con el cambio de estructuras producido tras la Revolución Francesa y la industrial retrocede el Antiguo Régimen pero no la cultura patriarcal. La mitad femenina del género humano debe realizar una nueva revolución para incorporarse al espacio público como persona, trabajadora y ciudadana de pleno derecho.
El espacio privado asentaba un trono falaz a la mujer como madre y esposa, cuando la responsabilidad, el poder y la autoridad se dirimía en el espacio público. La maternidad quedó en una encrucijada para la emancipación de las mujeres en aquel contexto. Una mujer que apostase por romper normas e ir adquiriendo parcelas como ciudadana, veía escindida su conciencia de persona y su conciencia de madre; un doloroso enfrentamiento dentro de sí misma.
La toma de conciencia de persona no subordinando a la maternidad, el desarrollo de las capacidades humanas fue punto de percusión para resquebrajar la cultura patriarcal. Armonizar conciencia de madre y ciudadana ha venido siendo todo un reto en la emancipación femenina. Concepción Arenal (+ 1893) y Carmen de Burgos (+ 1932) centraron un interesante discurso en este sentido a medida que se conseguían los jalones necesarios en las leyes. Un discurso que lleva hoy hasta el papel de la persona-madre para extender una cultura de la paz.
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