La resistencia de una mala hierba a un herbicida es la capacidad heredable de un biotipo de mala hierba para sobrevivir a la aplicación de un herbicida al cual la población original era sensible.
Este fenómeno tiene consecuencias importantes para todos los protagonistas en el control de malas hierbas. Para el agricultor que tiene este problema supone un coste económico añadido a su producción y le implica un esfuerzo superior en tener que razonar el control con nuevos herbicidas o nuevos métodos.
Para el distribuidor de fitosanitarios también tiene implicaciones importantes. Cuando ya no puede garantizar la eficacia del herbicida que distribuye, su venta resulta más complicada.
A la empresa comercializadora también las resistencias le suponen una complicación añadida, de manera que las ventas de dicho herbicida disminuyen y la vida comercial del herbicida se ve recortada.
La mala hierba también se puede ver afectada por la resistencia. Para ella en principio es un éxito, una adaptación al estrés que le supone la acción del herbicida. Sin embargo también le puede suponer una penalización, de manera que, a veces, este carácter de resistente a un herbicida, se traduce en individuos con menor vigor y, en definitiva, con menores probabilidades de éxito que los individuos sensibles.
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