L. Marone, Fernando A. Milesi, J. López de Casenave, Víctor R. Cueto, Eduardo Tomás Mezquida, Rafael González del Solar
La acusación que la Teoría de Evolución por Selección Natural (TESN) es irrefutable y que, por lo tanto no es científica, no puede resolverse presentando evidencia a su favor. La crítica indica que cualquier resultado estará a su favor y que, por ello, la evidencia no afecta su grado de verdad. La respuesta puede buscarse solo a nivel epistemológico, mientras que el análisis de la calidad y cantidad de la evidencia en favor de la TESN, provenga ella de la sistemática, la ecología, la etología, la fisiología o la genética molecular, pertenece al ámbito metodológico o científico. Como la TESN es el elemento central que aporta inteligibilidad a la biología, la reflexión filosófica sugiere la necesidad de reemplazar el requisito de refutabilidad como criterio único de "buena ciencia" por un criterio matizado, más amplio e igualmente riguroso, que atienda tanto la necesidad de que las teorías científicas tengan contenido empírico como la de aceptar y apreciar a las disciplinas históricas en el corpus de la ciencia. Las consecuencias de esos razonamientos para la práctica de la investigación ecológica fueron analizadas anteriormente (Marone et al., 2002), pero el intento no parece haber sido comprendido por Néspolo (2003), quien lo tomó como un ataque a la TESN. Aquí se revisan los argumentos de los artículos mencionados, profundizando el análisis de las consecuencias de que la TESN sea una premisa de la investigación ecológica y se sugiere que la biología evolutiva se beneficiaría de un diálogo más fluido entre la ciencia y la filosofía.
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