LOS LÍMITES DE LA POLÍTICA José WOLDENBERG* SUMARIO: I. El impacto del desempeño económico. II. El lugar de los políticos. III. No hay bien que no genere mal.
En relación a los políticos no sólo existe distancia o desencanto, sino incluso irritación. Basta abrir un periódico, escuchar la radio, ver la televisión o tocar el tema en el centro de trabajo o en una comida con los amigos, para corroborar la mala opinión que la mayoría tiene de los políticos. Las quejas y los reclamos conforman una letanía cansina y previsible. Aburrida, pues. Como consuelo de tontos podemos decir que no se trata de un fenómeno local, ¿nuestro¿, sino que lo mismo sucede en los demás países de Latinoamérica, y para ello se puede consultar el informe del PNUD, La democracia en América Latina. Otro ejemplo: en una encuesta publicada por el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales (CIES) de la República Dominicana la institución que menos confianza despertó en los entrevistados fue los partidos políticos (sólo 10.7% de los encuestados dijo depositar su confianza en ellos). Por debajo de las iglesias, los medios de comunicación, las fuerzas armadas, los bancos, los empresarios, la Suprema Corte de Justicia e incluso los policías. Triste y expansiva realidad.
Ahora bien, si no se trata de un fenómeno mexicano, si esa percepción se extiende por todo el continente latinoamericano, las preguntas pertinentes parecen ser: ¿por qué defraudan al público?, ¿no será que depositamos demasiadas expectativas en ellos?, ¿no estaremos pidiéndole peras al olmo?, ¿no nos estaremos equivocando cuando les exigimos a los políticos algo que quizá no puedan hacer? * Maestro en estudios latinoamericanos por la UNAM, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Director de la revista Nexos. Fue Consejero Presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral de 1996 a 2003.
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