El proceder histórico y el científico se conforman a una misma supuesta metodología aunque ambos se desarrollen como respuestas a motivaciones distintas, Sin embargo, esa base común tiene una naturaleza problemática, Es decir, la historia de la ciencia no refleja la existencia de un método científico, En consecuencia, la metodología subyacente indicada se traduce en algo muy similar a lo que podría aparecer como un ritual cultural. De hecho, la análoga dificultad que se desprende de una definición cuando menos imprecisa de la actividad científica conduce a la consideración de que ésta no se puede desligar del complejo cultural de la sociedad de que se trate. Como ejemplo, se muestra de qué manera el pensamiento evolutivo en el mundo de los seres vivos marca una pauta homogénea con el desarrollo histórico en general. Más concretamente, se intenta demostrar cómo la teoría de Darwin no se puede entender de un modo ajeno a una tradición histórica definida culturalmente en un sentido amplio. Se interpreta la teoría de la selección natural como una versión secular que le da Darwin al planteamiento que la teología natural de su entorno ofrece para explicar tanto la diversidad orgánica como su adaptación al medio. Se concluye que dicha teoría adquiere importancia debido a razones teológicas y sociales claras, no siendo posible distinguir la dimensión científica independientemente.
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