Heráclito ya avisaba, en los fragmentos que conocemos, que los hombres habitualmente no pensamos. Para pensar, hay que empezar a pensar. Ésta es una de las constantes de la filosofía occidental. Su historia es este repetido comienzo, esta discontinuidad entrelazada. Peno ¿cómo se empieza a pensar? ¿Cómo se produce esta irrupción que desvía la minada? En el presente articulo se analiza la cuestión del comienzo del pensar en dos de las propuestas filosóficas más importantes del siglo XX: la de Heidegger y la de Deleuze. Ambos coinciden en que sólo pensamos cuando somos forzados a hacerlo, en que pensar no es representan, sino abrirse a un acontecimiento. Peno la manera en la que se produce esta coacción sobre el pensar será entendida de manera muy distinta: como un don del sen, para Heidegger, como una destrucción creativa, para Deleuze.
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