Paul Ricoeur, recientemente fallecido, es una de las figuras más destacadas de la filosofía en los últimos cincuenta años. La forma peculiar de su pensar, que configura un raro equilibrio entre la crítica y la convicción, entre la razón y la fe, invita a rendirle un peculiar homenaje a su aporte a la teología cristiana, tanto exegética como sistemática. El estudio diacrónico de su pensamiento revela una base antropológica que, dentro del arco que va del inicial "hombre falible" al terminal "hombre capaz", ha ido operando sucesivos desplazamientos, de una fenomenología de la voluntad a la triple hermenéutica del símbolo, del texto y de la acción. En ese arco disciplinar situamos los aportes de Ricoeur a la teología: ante todo su aporte a una hermenéutica y a una ontología bíblicas, pero además su propuesta de analogados filosóficos de la fe y de la revelación.
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