"Yo no quiero el mando, mas si pretenden arrebatarlo por fuerza o intrigas, combatiré hasta el último caso". Con esta elocuente frase Simón Bolívar ofrecía la mejor interpretación de su carácter. Fue un general victorioso y un político pasional; amante del poder y la gloria; defensor, ante todo, de la causa americana; esclavo, en definitiva, de un destino que le deparó gloria y fama a cambio de contemplar -como de si de un pacto con el diablo se tratara- el derrumbe de toda su obra al final de sus días.
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