Desde la segunda mitad del siglo XVII la cofradía de la Inmaculada Concepción de Navalcarnero encontró en el Arte Barroco un aliado inestimable para expresar su devoción religiosa. Sus formas caprichosas y desaforadas dieron respuesta a un culto exaltado y triunfal que tiene uno de sus mejores ejemplos en la carroza de la Virgen, obra del escultor Mateo de Medina. Una pieza clave para comprender la tendencia rococó y la influencia ejercida por las estampas del "Método sucinto y compendioso" de fray Matías de Irala.
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