A través de la historia, es posible observar una continua contención entre el individuo y las identidades políticas. Esta bifurcación intra-comunitaria se pone de manifiesto en todas las actividades del empeño humano, incluyendo el económico, el político y el personal versus los derechos de los estados soberanos. Sin embargo, nunca antes el papel de la tecnología ha sido elevado hasta el nivel presente, contestando a todo advenedizo, para alcanzar absoluta supremacía. Esta conexión no sólo se da para reemplazar previos poseedores de resortes para mandar o dictar, sino para alcanzar niveles de control hasta ahora desconocidos. Obviamente, la tecnología, sin una guía humana no puede obtener resultados. Queda por comprobar si algún estrato de gobierno puede usar los medios tecnológicos para negar a algún segmento de la sociedad los derechos humanos que han establecidos al menos filosóficamente.
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