De los tres planos que el padre Alzate realizó sobre la ciudad de México, los dos primeros responden a una concepción eclesiástica del territorio y el tercero a una inquietud personal de Alzate de investigar la correspondencia que hubo entre los barrios indígenas prehispánicos y los coloniales. La capital novohispana se dividió el parroquias hasta 1782, cuando se creó la primera división civil por cuarteles. A partir del postulado de David Olson, de que tanto los planos como los manuscritos son representaciones que participan de un entorno social, conforman un lenguaje y poseen un objetivo específico, emplearemos aquí el Plano de 1769 de Alzate paralelamente a las descripciones del paisaje contenidas en las fuentes documentales: desde diferentes maneras de estructurar su lenguaje, ambos tuvieron la intención de representar lugares. Nos centraremos en un punto específico sobre el plano de Alzate ¿el límite sureste de la capital- y lo compararemos con la información dada por los vecinos de los barrios de esa zona: veremos que se trata de dos percepciones del espacio que, además, fueron coetáneas.
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