El objeto de este artículo es aplicar una estrategia desarrollada por Aristóteles al problema de determinar la naturaleza de un embrión durante sus primeros días. Aristóteles argumenta que lo decisivo es identificar aquello que hace que una porción de materia sea un ente de una cierta clase. Hoy sabemos que lo que hace que un conjunto de células sea un embrión humano es su genoma. Puesto que un adulto tiene el mismo genoma que el que tenía en estado embrionario, se sigue que hay una identidad entre un adulto y el embrión que fue. Esta tesis de identidad transtemporal es defendida frente a diversas objeciones, en especial la que se deriva de la posibilidad de gemelación.
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