Mal 3,24 tiende de un modo decidido, si no único, a la ruptura generacional expresada en la exhortación a no ser "como los padres". Dicha ruptura debe constituir un comienzo nuevo y radical en el cual se pueda evadir el continuo de culpa ('hijos' que pecan igual que sus 'padres') y hallar salvación, tal como lo expresa Mal 3,7. Pero esta conversión a YHWH es especificada en Mal 3,24: en la nueva generación padres e hijos deben volverse unos a otros. Esta reconciliación recíproca implica el reconocimiento de las culpas pasadas pero también la aceptación de las mismas normas (Torá) probadas en una nueva situación de vida
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