Se entiende por sentimiento la huella con que se marca el trabajo realizado artesanalmente por la mano del hombre que aplica los materiales. En esas pequeñas imperfecciones queda plasmada la mano y el sentimiento que artesanalmente "a mano" ha elaborado un objeto. En ello queda grabada su alma, su ánimo. Si observamos detenidamente los antiguos ladrillos de un viejo edificio "hechos a mano" , podemos ver marcados los dedos, las huellas, de los que, en su día, hace muchos años, siglos, hicieron sin máquinas esos ladrillos. Una prenda, un bordado, hecho a mano, con sus pequeñísimas imperfecciones tiene un carácter mucho mayor que los elaborados a máquina. Una fotografía en color, a pesar de su perfección, se valora menos que esa misma imagen pintada por la mano de un artista. Un conjunto de edificios actuales de serie no tiene el mismo valor, ni el alma, ni la personalidad, de un edificio proyectado con exclusividad por un buen arquitecto. En este texto exponemos un estudio pormenorizado de la influencia del sentimiento en los revestimientos con los antiguos morteros de cal y estuco. Ponemos como ejemplo la restauración que se ha hecho del Patio del Príncipe del Real Alcázar de Sevilla, en la qué se ha respetado al máximo la utilización de los antiguos morteros de cal y estuco, aplicados manualmente, tal como se hizo en la época en que se construyó. Se aplicaron y se han vuelto a utilizar revestimientos continuos y terrajados en marcos de ventanas, portadas, arcos, cornisas y elementos decorativos. El haber restaurado este patio con técnicas artesanales le ha impregnado del espíritu de su primigenia construcción
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