Resaltando las competencias y complementariedad que se da entre las dos riberas del Mediterráneo, el artículo trata en primer lugar de enmarcar los factores que limitan y condicionan la competitividad de las agriculturas de los países del sur, que es donde se sitúa su verdadera potencial. En este marco, se establecen para España los puntos fuertes y débiles existentes en el nuevo marco de relaciones de la Unión Europea con el Mediterráneo. Se concluye resaltando las oportunidades que la nueva situación ofrece a España, como país intermedio dentro de la Unión Europea y como interlocutor privilegiado con la otra ribera. Una estrategia española en este sentido facilitaría la estabilidad de la Cuenca y el crecimiento de la economía española.
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