La noción de urbanismo ha perdido significado para la población en general y, también, en ámbitos profesionales y universitarios. No parece estar ahora claro a qué se refiere; sus objetivos son con frecuencia solo declamación, sus connotaciones políticas no son particularmente gratas, las propuestas de los profesionales no convocan el gusto ni alientan las aspiraciones estéticas de las gentes; y nadie piensa ya que el urbanismo tenga algo que ver con los fundamentos éticos del gobierno de las ciudades. Así que, siendo obligado definir en público, siquiera sea circunstancialmente, el objeto y la utilidad del urbanismo, de modo que sin negar su estrecha relación instrumental con la producción inmobiliaria redima de tan estrecha servidumbre a esta disciplina, me permito hacer un inciso teórico introductorio, pertinente al menos para una consideración urbanística del turismo.
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