El monarca que seguramente encarna mejor el máximo esplendor del Imperio español hubo de hacer la guerra, pero ansiaba la paz; respaldó a la Inquisición, pero no la utilizó en beneficio propio; combatió a los enemigos interiores, pero se esforzó por mantener las autonomías de los distintos reinos. El autor presenta el perfil de un rey manchado por la Leyenda Negra, que no fue tan fanático ni tan intransigente como la historia se ha empeñado en mostrar.
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