El sistema Punto Fijo de Venezuela, que permitiera a las poderosas organizaciones partidistas conducir una democracia mediante el régimen de pactos y compromisos, se derrumbó de manera catastrófica en la década de los noventa, para ser fue reemplazado cuando menos hasta la fecha por un sistema más populista y personalista. La mayoría de los estudiosos que seguían de cerca la política venezolana nunca se imaginaron ni pudieron predecir semejante resultado. Si bien se ha publicado mucho sobre los intentos golpistas de 1992 y sus secuelas, el presente trabajo destaca una dimensión de análisis que hasta la fecha no ha recibido la suficiente atención, a saber, la relación existente entre las instituciones estatales y la consolidación democrática. Un problema fundamental fue el hecho de que el sistema careciera de un aparato legislativo imparcial y eficaz, o bien, de una burocracia weberiana independiente. De esta forma, el caso venezolano es un ejemplo de cómo ciertas debilidades en el nivel del Estado pueden socavar la legitimidad incluso de una democracia genuinamente representativa.
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