La terapia biológica es una adición importante en el arsenal terapeútico de las enfermedades reumáticas. Los fármacos anti-TNF afectan las defensas contra infecciones, ya que el TNF modula inflamación e inmunidad celular. Se han observado casos de tuberculosis en pacientes tratados con anti-TNF, principalmente por la presencia de infección tuberculosa latente o "dormida" (LTB1). Otros microorganismos asociados a infecciones con terapia biológica son patógenos intracelulares que pueden evadir el sistema inmune y condicionar estado de latencia, persistiendo por grandes períodos sin causar daño: Mycobacterium sp., Listeria monocytogenes, Legionella sp., Brucella sp., toxoplasmosis y micosis profundas. El diagnóstico puede requerir elevado índice de sospecha clínica y obtener muestras y/o tejidos para análisis microscópico y cultivos. Los pacientes que desarrollan infecciones al estar en terapia biológica deben ser moniterados estrechamente. La administración de anti-TNF debe descontinuarse si en presencia de infección severa o sepsis. La relación entre inhibición de TNF y riesgo de infección debe esclarecerse mejor, ya que muchas de las infecciones severas se han observado en pacientes con terapia inmunosuporesora concomitante, que adicionado a enfermedades reumatológicas agresivas puede predisponer a infecciones, y la mayoría de los reportes publicados tienen un bajo nivel de evidencia. Sin embargo, un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno es necesario para prevenir mortalidad secundaria a infecciones.
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