En este artículo se sostiene que la teoría moral de Adam Smith se entiende mejor como una contribución a la ética de la virtud que como una contribución a cualquiera de las dos escuelas rivales de la filosofía moral contemporánea, el utilitarismo y la deontología.
Para demostrarlo, el autor examina la concepción que tiene Smith de los métodos y fines apropiados de la ética. Se centra aquí en el lugar que Smith le asigna a la retórica en la ética, y en cómo, para Smith, la ética se relaciona más con la formación del carácter que con el establecimiento de reglas y preceptos. Se concluye, sobre esa base, que Smith debe ser considerado junto a Hutcheson y Hume como uno de los fundadores en el siglo XVIII de la ética de la virtud contemporánea, y que, al igual que los cultores de esta última, le debe mucho a Aristóteles y, de hecho, bien puede servir de interlocutor en los actuales debates neo-aristotélicos.
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