La ciudad celtibérica de Calagurris debió de desempeñar por su ubicación estratégica un papel fundamental en el proceso de la conquista romana del Valle del Ebro. De su historia, sin embargo, apenas nada es conocido en las fuentes antiguas hasta que se vio involucrada en la guerra del rebelde Sertorio contra el Estado romano. Calagurris adoptó el bando sertoriano, al que fue fiel hasta el final. El resultado fue la destrucción de Calagurris en el año 72 a.C. Como castigo por su actitud, muy probablemente los calagurritanos supervivientes fueron deportados por Pompeyo junto con los habitantes de otras ciudades que también habían combatido en el bando sertoriano. Los deportados debieron de ser trasladados en parte al otro lado de los Pirineos, de lo cual podría dar fe la Calagurris situada junto al río Garona en la Galia. Otros pudieron permanecer en Hispania, como quizás indicaría el topónimo Calagurris Fibularia. Complementariamente, el territorio que había pertenecido hasta entonces a la ciudad pasó a formar parte del área de influencia de los vascones
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