En teoría, la medición del color consiste en hacer incidir sobre el papel una luz con espectro conocido y observar el espectro de la luz reflejada. Sin embargo, en un entorno de producción real, el sensor funciona en condiciones nada favorables, con suciedad y humedad ambiental y variaciones de temperatura, además de golpes y vibraciones. El instrumento de medida ha de resistir en lo posible estas condiciones proporcionando, no obstante, resultados de máxima precisión.
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