La participación comunitaria como estrategia de dinamización social para la construcción de una sociedad intercultural, hace que la escuela se convierta en un espacio dináminco en clara vinculación con la comunidad social en la que se inserta - y a la que sirve -, y se constituye como una herramienta absolutamente imprescindible para atajar los mecanismos que generan racismo y xenofobia en la sociedad, que como sabemos coinciden con aquellos mismos que conducen a otras situaciones de marginación personal o colectiva, y cuyas manifestaciones puedan también darse en el contexto escolar, de ahí la capacidad dinamizadora de la escuela como centro de la vida comunitaria.
En este sentido, la participación comunitaria puede favorecer la construcción de la identidad cultural individual y colectiva desde una perspectiva inclusiva, esto es, de permanente y fructífero diálogo intercultural, en el que se combinen el reconocimiento y la valoración de las respectivas raíces culturales con la apertura hacia nuevas influencias y contribuciones en el ámbito de la participación y las acciones sociales en los contextos educativos.
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