Son muchos los profesionales interesados en Andalucía en promover la Mediación Familiar. Su intención: buscar el acuerdo y evitar pleitos. Esta es la finalidad de la nueva Ley de Mediación Familiar, una iniciativa de la Junta que pondrá en marcha servicios de mediadores en conflictos familiares. El proyecto reducirá el tiempo de separación hasta dejarlo en tres meses y descargará de trabajo los juzgados. Durante el año 2000 se produjeron en Andalucía un total de 4698 divorcios y separaciones, según los datos que maneja la Junta de Andalucía, y en años sucesivos se ha seguido incrementando.
La figura del mediador familiar junto al resto de los profesionales dedicados al trabajo con la problemática familiar en general se antoja una de las piezas claves que faltan en el entramado legal que afecta a la familia y de forma especial a los menores. Ya existe en otras comunidades autónomas y en otros paises, donde ha demostrado su eficacia. Vendrá a ser para la familia lo que el Sercia (Sistema Extrajudicial de Resolución de Conflictos laborales en Andalucía) es al mundo del trabajo. La experiencia dicta que muchas mediaciones personales aportan el tino, el sentido común y la flexibilidad de que carecen muchas sentencias, obligadas a ajustarse a un Derecho que a veces sale torcido. De hecho, la mediación es tan antigua como el mundo mismo. En cualquier ámbito en el que una mediación eficaz se impone, el conflicto desaparece.
En particular, y según nos interesa en este artículo, nos centraremos en las relaciones intergeneracionales y en la adolescencia como etapa propicia a los conflictos familiares. Nos es fácil observar a diario hechos y noticias en las que los jóvenes son protagonistas de diversos incidentes tanto dentro como fuera del entorno familiar. En el diario de Noticas "La Ley" de julio del año en curso aparece una noticia muy interesante sobre la violencia doméstica en la que dice como "los casos de violencia contra ascendientes están aumentando de forma considerable en nuestro país". Las agresiones no son nunca justificables, pero en algunos casos existen elementos contextuales y causas que permiten explicar los comportamientos agresivos intrafamiliares. Más bien parece confirmarse la tesis de que la violencia intrafamiliar es un fenómeno complejo en el que no caben simplificaciones. De ahí la importancia de contar con profesionales preparados en técnicas de resolución de conflictos que faciliten la comunicación entre los distintos miembros de la familia y ayuden a las familias a llegar a acuerdos estables y los más equitativos posibles que tengan en cuenta las necesidades e intereses de todas las partes.
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