Los bancos centrales que siguen metas de inflación han estado a la vanguardia del movimiento a favor de mayor transparencia. En este artículo se exploran dos dimensiones de la transparencia que suelen pasarse por alto en la literatura sobre la materia: la calidad de la información que entrega el banco central y la difusión que hace de ella. El autor muestra cómo la calidad de las proyecciones del banco central y la medida en que las hace públicas pueden afectar los objetivos de política de éste.
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