Las colecciones de armas son quizás los conjuntos de piezas cuya presencia parece más lógica en los museos militares. Es más, la presencia de armas en colecciones de museos no militares, salvo excepciones evidentes como la Real Armería, se nos presentan como algo extraño, exótico e incluso ajeno a los discursos museológicos actuales. Tanto es así que su presencia y tratamiento en el resto de museos queda un poco al margen del resto de los fondos por las especiales características de dichas piezas, reservándoles para ellos magníficos espacios en los almacenes.
Esta es una de las razones de la importancia que los museos militares han tenido y tienen a la hora de salvaguardar este tipo de fondos. La temprana presencia de este tipo de instituciones ha hecho posible que bajo el amparo de sus muros se conservaran, con una intencionalidad consciente del valor de dichas piezas, muchos objetos relacionados con el armamento de todos los tiempos, que de otra manera se hubieran perdido con toda seguridad.
Esta labor de selección y acopio de armamento se realizó tanto con colecciones y conjuntos de piezas, como de una manera individual, con aquellas armas singulares por su valor histórico y estético de primer orden. Siendo la labor del Museo del Ejército paradigma de esta labor primitiva pero básica para cualquier museo.
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