El pasado 1 de febrero Martti Ahtisaari, enviado especial de Naciones Unidas en Kosovo, hizo públicas las propuestas sobre el estatuto final para esta región, hasta ahora administrada por una fuerza internacional. Kosovo pasará a ser una sociedad multiétnica, con su Constitución, su himno, su bandera, con capacidad para firmar acuerdos y adherirse a organismos internacionales, y con la garantía de una amplia autonomía para la minoría serbia. En cualquier caso, hay que tener muy presente que la solución tomada para Kosovo no se puede extrapolar a cualquier otro territorio que reivindique su autonomía bajo argumentos de diferenciación étnica, religiosa o cultural.
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