En un entorno en el que los presupuestos son más reducidos que nunca y se exige a los empleados que hagan más con menos, demostrar la rentabilidad de la inversión a la dirección interna es la única manera de justificar la existencia ¿y la vida futura¿ de cualquier programa de márketing y de su presupuesto. Como la mayoría de las empresas, Siemens comprendió que debía justificar sus presupuestos de márketing y de tecnologías relacionadas con el márketing desde el primer momento, para que no hubiera sorpresas a la hora de informar a la alta dirección al final de cada trimestre y al cierre del ejercicio.
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