Promover leyes de precio fijo para los libros en nuestros países, puede llevarnos a copiar modelos que no han comprobado su éxito. Los problemas de las librerías y de la comercialización de libros en la región no están en la exclusiva órbita de las costumbres comerciales. Esto tiene más fondo y está en el contexto de una política de fomento a la lectura y al libro, en la que se empiezan a dar pasos firmes en la región. Sería maravilloso que muchas de esas políticas se reprodujeran y ampliaran con instrumentos -no relacionados necesariamente con la implantación del precio fijo de los libros- que logren que más habitantes de la región puedan leer, puedan comprar libros y puedan tener los ratos de ocio para leerlos y aprovecharlos.
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