Se describe el caso clínico de un adolescente con un linfoma de Burkitt que debutó con dolor abdominal agudo. El tumor aumentó de tamaño rápidamente, se localizó mediante tomografía computarizada y se confirmó mediante estudio de la médula ósea. Se aplicaron dos protocolos quimioterápicos distintos, debido a la mala evolución, pero sin resultado satisfactorio. Se hacen unas consideraciones sobre el diagnóstico diferencial, especialmente con otros tumores primarios infantiles y procesos no neoplásicos.
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