Negando de entrada la afirmación de que las Humanidades estén en crisis, el autor examina algunos aspectos de este enunciado: reflexiona sobre qué se quiere decir cuando se afirma que las Humanidades están en crisis, argumenta el interés creciente por las Ciencias Humanas y profundiza en el concepto de mito y su utilidad. A partir de aquí, se plantea cuál es la finalidad del mito de la crisis de las Humanidades y llega a la conclusión de que quizás se utiliza para desacreditar las Humanidades como conocimiento con entidad propia y para supeditarlas a las Ciencias y a la tecnología, así como a los principios de utilidad y rentabilidad controlados por el poder.
Ante esta constatación, Terricabras se pregunta cómo se puede plantear hoy el debate sobre las Humanidades para evitar caer en el error de identificar Humanidades con Letras y enfrentar Letras y Ciencias, dado que, la sociedad, a medida que se hace más científica y tecnológica, más reclama el estudio del lenguaje, de la comunicación, de la historia, de la filosofía, de la ética... Esta línea de reflexión le lleva finalmente a recomendar que, en contra del prejuicio de la especialización, se avance en la comprensión global y en una formación humanística que no descuide los conocimientos matemáticos, físicos, biológicos y tecnológicos, porque es en la interrelación y en la comprensión de la diferencia donde podremos reencontrar el sentido de humanidad.
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