Los avances científicos indican que el universo está constituido por redes de información y que ésta se transmite sin interferencias en los ámbitos físico y biológico, sin embargo, en la sociedad humana han dificultado estos procesos por la existencia de un fenómeno propio de lo humano: el poder. La desigualdad desconoce que somos iguales en derechos y en la administración como proceso, se monopoliza la información y se considera a personas de tres categorías distintas: jefes, servidores y usuarios que tienen distinta información y diferente posibilidad de acceder a ella, aunque las personas son esencialmente seres lingüisticos que intercambian información. La imposibilidad de acceder a la información determina que no haya participación en el poder y éste sólo es de algunas personas.
Este poder exclusivo genera las posibilidades de desviar recursos públicos hacia fines privados y genera el fenómeno de la corrupción. La participación, la transparencia y la probidad constituyen un círculo virtuoso que permite al individuo ser efectivamente persona con dignidad.
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