La peculiar orografía que envuelve Cuenca, insólita y asimétrica, ha marcado la historia de esta capital de provincia situada a mil metros de altitud, que ha logrado mantenerse a lo largo de los siglos en el mismo límite del abismo. Aunque hace ya una década que forma parte del Patrimonio Mundial, la ciudad manchega sigue siendo, inmerecidamente, una de las más olvidadas de España.
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