La teología política y la de la liberación tienen en cuenta, cada una a su manera, tres renuncias, ante las cuales se debe situar cualquier teología cristiana: la teología debe decir adiós a su inocencia social ; la teología debe renunciar a su presunta inocencia histórica ; la teología, en fin, debe olvidar, en el contexto del v centenario del descubrimiento, a su presunta inocencia etnico-cultural.
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