El trabajo contiene un análisis crítico sobre el quehacer pedagógico de los músicos costarricenses. En la historia de la educación musical costarricense se instauró una forma de enseñanza musical de predominio occidental, que ha abarcado esencialmente tres ejes temáticos: el estudio técnico del instrumento, el adiestramiento rítmico y auditivo y el estudio sobre historia y teoría musicales provenientes de Europa. Estas instancias educativas han sido exitosas desde la perspectiva disciplinar, porque han contribuido a la adquisición y mejoramiento de habilidades de carácter instrumental. No obstante, desde el punto de vista de las necesidades reales de la sociedad, han resultado inconvenientes en términos de construcción de la identidad, debido a que los enfoques clasistas y positivistas de las élites dominantes no toman como base la integralidad de los sujetos en sus procesos formadores.
En los albores del siglo XXI, la sociedad costarricense es parte de sincretismos cognitivos adquiridos ¿la mayoría de forma inconsciente- con actitudes ¿eurocentristas¿ y ¿nortecentristas¿, sin proceso alguno de análisis crítico acerca de lo que se desea y necesita como colectividad. En consecuencia, se originan problemas que conducen a la adquisición de una identidad difusa. Esta realidad no escapa a la vivencia de los profesionales de música, que son el producto de la repetición inconsciente de contenidos y metodologías que no necesariamente aportan a su inserción en la sociedad.
Se plantea la creación de un proyecto concertado de educación, basado en el enfoque dialéctico para la construcción del pensamiento crítico. Se formulan una serie de interrogantes con la finalidad de indagar acerca de los mecanismos que debe encontrar un colectivo de educadores musicales, para contribuir a la construcción del conocimiento integral de los discentes.
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