Desde los años cuarenta, la participación de los oyentes en los programas de radio ha sido la fórmula participativa que más se ha desarrollado, diversificado y consolidado. No obstante, pese a su versatilidad para las programaciones radiofónicas, lo cierto es que, como cualquier otro elemento programático, esta fórmula tiene también algunos inconvenientes. El presente artículo describe el sentido y contrasentido del empleo de esta fórmula y demanda para el futuro una mayor mediación profesional por parte de quienes realizan los programas, no sólo en la última parte del proceso comunicativo sino desde el mismo diseño y configuración de las programaciones.
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