Al buen vendedor le resulta fácil vender, lo hace relajadamente y disfruta, se siente seguro para responder con habilidad a distintas situaciones, pero no sabe cómo lo hace, así que difícilmente puede transmitir sus conocimientos al resto del equipo a no ser que eche mano de las narrativas, que cuente sus historias de venta, las cuales se convierten de este modo en una formación única.
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